V DE VENDETTA: la crítica de CARLOS BOYERO

Viernes 7 de abril de 2006. Estreno de V de Vendetta en España.

Por su interés, copio y pego del post correspondiente mi transcripción de la crítica que Carlos Boyero realizó en su momento para el diario El Mundo desde el Festival de Cine de Berlín, donde se estrenó mundialmente.

Cine brillante y tesis polémicas en V de Vendetta
Ha llegado el gran estreno de la Berlinale. También las discusiones sobre las sutiles aunque provocadoras tesis que plantea una película envolvente, con acción de primera clase, con un diseño perfecto. Se titula V de Vendetta y su autoría está repartida entre gente que sabe mucho del funcionamiento de la taquilla, pero que se preocupa por que su producto esté brillantemente arropado. La han producido y escrito los hermanos Wachowski (si, los autores de la, para mí, insufrible saga de Matrix) adaptando un comic del perturbador Alan Moore y han confiado la dirección con resultados excelentes al debutante James McTeigue.
Utilizan la política-ficción en un argumento que da miedo y con capacidad para que la ideología del espectador se rebele contra lo que le proponen o se sienta identificado con los peligros futuros que previene. En cualquier caso, la movida está servida y se va a hablar de su contenido hasta en la sopa.
Describen cómo, en un futuro cercano, el fascismo ha tomado el poder en Inglaterra. Lo ha facilitado el miedo de la gente al terrorismo a la inseguridad, a la permanente amenaza de la violencia planificada o ciega. Un partido totalitario garantizará la desaparición del Mal a costa de prohibir las libertades, controlar hasta la extenuación la vida de los ciudadanos, encarcelar, matar o expulsar a disientes, negros, musulmanes y homosexuales. Gobierno encabezado por un Canciller de perfiles hitlerianos que se apoya en una Iglesia corrompida, una policía represora y salvaje, científicos que experimentan con virus monstruosos y un voceador histriónico y feroz que lanza diatribas y vela por lo institucionalizado desde el púlpito de la única y manipulada televisión.


En este panorama sombrío, aparece un vengador solitario enmascarado, con acento de lord cultivado y con violencia letal que ejecuta a los verdugos, hace llamamientos a la insurrección cívica y promete volar el Parlamento, símbolo supremo de un poder legitimado por la fuerza.

Astutamente, los guionistas no nos aclaran (o yo no me he enterado bien) si ese gobierno autoritario alcanzó el poder por las urnas o por las armas. Detalle que tal vez parezca trivial teniendo en cuenta el pavoroso respaldo democrático que consiguió alguien como Hitler, pero que no lo es al sugerir que la única medida contra la opresión es la violencia armada y dinamitar el sagrado Parlamento.
Si ante los planteamientos y las conclusiones de V de Vendetta puede haber inquietud y dudas (o aplicarle explicaciones umbilicalmente relacionadas con el actual y peligroso estado de las cosas), resulta imposible negar el virtuosismo de su narración, la modélica combinación de épica y lírica que posee esta fábula, la inteligencia con la que están construidos los diálogos y los personajes, su poderío visual, su fascinación.
Es una película que se hace muy corta, abarrotada de talento. Y, evidentemente, me hacen pensar durante un rato si lo que nos plantean sólo tiene vocación de ficción, si en nombre de la salvación de Occidente los gobiernos pueden degenerar en ese Gran Hermano que nos vigila y nos tritura, si la frontera entre democracia y fascismo puede llegar con el tiempo a ser inexistente.

Alguien me sugiere que el epílogo de esta película hubiera sido políticamente incorrecto si en vez de bendecir el bombardeo del Parlamento propusiera la destrucción de la Gran Mezquita. No lo tengo claro. ¿Y por qué no ambos? Que el cine no me contagie la afición a las explosiones.

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